Apology -of one pleasure-
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Medianoche. Una pelicula de Ridley Scott en la pantalla, la traducción es bastante mala y aún así me quedo mirando a un Michael Douglas a pleno sumergido en las imágenes predominantemente oscuras de Japón. Los recuerdos de los ochenta no me llegan en high definition -el film tampoco- pero tengo la sensación de que fumar en esos tiempos era un placer que no estaba dentro la lista negra de pecados capitales. Nosé si todo el mundo fumaría a toda hora y en todo lugar, el hecho es que yo lo hacía de manera natural - in wide- y nadie me condenaba por ello, ni siquiera cuando vestía uniforme de colegio y se me antojaba entrar a algún restó para comer y fumar all at the same time. Huele a rico, el aroma a canela anuncia que las galletitas están listas. Las saco del horno mientras miro de reojo al rudo y fumador protagonista que concluye con lucimiento su misión y deja al descubierto su lado más sensible - Me too -. Apago la tele, no importa cúantas hayan sido las veces que juré lo contrario, me voy a la terraza - con las cookies quemandome las manos y un cigarrillo en la boca- a esparar la mañana, hoy es una de esas noches en que sé perfectamente que el sueño no va a venir.
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Ella encuentra tan extraño a los e-cigarettes como a los pistachos, que no sabe qué tipo de alfóncigo son.
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